Alojar a estudiantes extranjeros es un modo ideal de percibir unos ingresos extra; de eso no cabe duda. Pero los beneficios no se quedan solo ahí. Este verano, la hija de Alejandra Jiménez viajará hasta Reino Unido para alojarse con una familia inglesa. Se llama Alba, es una joven de 15 años, y será la primera vez que esté sola fuera de su país. Tal y como ella misma nos cuenta, está muy ilusionada con el viaje. El año pasado fue la hija de la familia británica quien pasó unos días en España, y en ese tiempo Alba y ella se hicieron muy amigas. La alegría no es solo cosa de Alba. Además de mejorar su inglés, Alejandra considera que este tipo de vivencias enriquece mucho a quien las experimenta, con lo que está segura de que su niña disfrutará enormemente de su estancia fuera.
Esto es algo que mucha gente que acoge a estudiantes extranjeros ha descubierto; con este trabajo no solo se conoce a personas de cualquier parte del mundo; además, los horizontes culturales se amplían enormemente. Las posibilidades que ofrece el poder viajar a cualquier parte alojándose con gente del lugar son infinitas.
Alejandra y su familia no son los únicos que se han enganchado a este tipo de experiencias. Paula y Luis, de Zaragoza, afirman que alojar a estudiantes extranjeros tiene muchas más ventajas de las que puede parecer a simple vista. Paula empezó en 2010. “Desde entonces, hemos hecho muchos y muy buenos amigos. A lo largo de este tiempo, nos hemos topado con excelentes personas, y hemos disfrutado de vivencias únicas, tanto alojando a gente en casa, como viajando nosotros. Las amistades que se crean de esta forma se forjan para siempre. Y es que dormir bajo el mismo techo, comer juntos, estudiar a la vez y compartir actividades de ocio une mucho”, comenta.
Obviamente, un buen anfitrión es fundamental para crear la atmósfera cálida y acogedora necesaria para que todo vaya bien. Así lo confirma Elisa Fornolls, residente en Barcelona. Ella y su familia alojan a estudiantes extranjeros desde 2007, y cada día están más contentos de ello. “Me gusta llevar a mis invitados a los sitios de la ciudad que más me gustan, a mis rincones secretos, conversar con ellos y notar que disfrutan”, comenta. “Las amistades que he llegado a crear son el mejor premio de este trabajo. Sin lugar a dudas, se lo recomiendo a cualquier persona que quiera divertirse con esto”.
Aquellos que completan las estancias con clases de español tienen un motivo más de satisfacción: ver cómo el niño va aprendiendo, cómo evoluciona en su aprendizaje del idioma. José Manuel Daganzo es profesor de español y, al igual que otros anfitriones, mantiene el contacto con sus estudiantes una vez que se han marchado de su casa. “Muchos han sacado muy buenas notas en la escuela, e incluso han encontrado trabajo gracias a sus conocimientos de español. Uno de mis alumnos, por ejemplo, ahora trabaja para una cadena importantísima de hoteles”.
Sonia Arnanz nos cuenta una historia muy similar, y que solo pudo ser posible gracias a una estancia con una familia en el extranjero. Claire, una chica francesa con dislexia, pasó unas semanas junto a su hermano en casa de Sonia. Tenía un problema de inseguridad muy grande, con lo que solo se atrevía a hablar español cuando estaba a solas con Sonia. Entre ellas se creó un lazo muy fuerte que se mantuvo con el tiempo, incluso cuando Claire se hubo marchado. Al parecer, en los últimos años, la seguridad de la joven ha ido mejorando, de modo que ha obtenido varios títulos académicos que le han ido permitiendo crecer en la vida. Y eso ha sido el mejor premio que Sonia ha podido tener jamás, tal y como ella misma nos explica. “Seremos amigas para siempre”, dice mientras sonríe.
Como ves, los beneficios de alojar a estudiantes extranjeros van mucho más allá de lo económico. Si quieres ofrecer estancias remuneradas en tu hogar con Lingoo, pincha aquí.